miércoles, 13 de abril de 2011

¿Ese será mi verdadero yo?


La muerte, tu amiga atroz y absoluta, seguía a tu lado, dentro de vos, en tus torturados ojos alucinados. La muerte como una tentación, como una mano familiar que te recuperara la inocencia(Alejandra Pizarnik)


Cada mañana me despierto en la piel de una persona que no soy, en los ojos de alguien que no ve claramente lo que hace por las noches.
Busco debajo de mi cama, el rastro de aquella persona que se apodera de mi en las noches.
Sorteo entre la realidad y la ilusión de no saber quien soy realmente.
La locura y la demencia van de la mano por el sendero que suelo pisar cuando la oscuridad tapa mi cabeza.
Abandono mi cuerpo para vestir, sentir y acariciar la muerte.
A este nuevo yo, le encanta vacilar la delgada línea del sufrimiento; de la violencia; de la seducción
Seduzco a hombres o mujeres. Exploro cada parte de sus mentes y juego con ellas hasta llegar a mi finalidad. Producir dolor
Puedo ser dulce, compasiva y hasta a veces amar a quien será mí victima
El poder que corre en sus manos, corre también por las mías. Vagando entre la conciencia e inconciencia
Visto la ropa que mejor me queda, calzo los pasos de tus últimos minutos.
Yo le doy forma a tu sufrimiento.
Puedo ser lo que mas te plazca, una mujer o un hombre; la sexualidad es lo de menos, mientras yo pueda llegar a saborear tu muerte.
Puedo cortarte, ahogarte para llegar al mejor de los finales. Matarte
Me alimento de cada grito que sale de tu garganta, clamando piedad, misericordia. Tratas de aferrarte al último suspiro de vida que yo estoy poseyendo, porque sí tu vida esta en mis manos. Y es de un sabor delicioso.
La simpleza de mis actos me hace la mejor en lo que hago. Al menos para mi el arte de matar es simple.
Te llamo a la hora que quiero, te sedujo en un juego que solamente nosotros entendemos, luego de varios minutos ya me invitas una copa. Esa copa es el pasaje a tu habitación. Mi perfecto plan siempre se lleva a cabo con éxito. Sirvo a cada pedido que tú me haces, total que mal esta cumplir tu última voluntad de vida.
Una vez llevada a cabo la misión en mi vida, en esta vida. Te dejo ahí a la espera de que alguien se haga cargo de ti.
La noche prosigue, esa no será mi última victima, varias pasaran por mis manos. Dejando un aroma en mí casi extasiable.
Regreso después de deambular toda la noche, y ahí esta el casquillo del cuerpo que poseo durante el alba
Despierto, algo cansada con mucha fatiga, sobresaltada. Quizá fue un sueño pero la verdad podía sentir aquella presión en mis manos, la misma que ejercía al retorcer cada cuello, hasta podía sentir cada envestida de aquellas a puñalada al entrar y salir
Mi pregunta es si realmente soy esa del sueño o esta que despierta ahora, algo cansada como si nunca hubiera dormido. Atónita por el espectáculo que aquella le gusta dar, oliendo y sintiendo cada cuerpo que la ah tomado antes de llegar a culminar el acto que tanto desea, que tanto anhela
Mi realidad es vivir esta vida, donde a penas mato a una mosca, esperando llegar a la noche para que ese otro yo se apodere de mi ser y haga lo que le plazca.

Decirte Adiós


Tú eliges el lugar de la herida en donde hablamos nuestro silencio. Tú haces de mi vida esta ceremonia demasiado pura. Alejandra Pizarnik (heridas)

Decirte Adiós

Recorro, cada carta, cada foto donde estas. Parece increíble que hace 6 años no estas conmigo, me resigno a la realidad que veo, que siento.
Pasan los días y sigo llamando aquel teléfono que solías tener, ¿Te acuerdas? Escucho tú voz en el contestador, dejo el mensaje con la infinita esperanza que me contestes. Pero no lo haces. Eso me fastidia, tanto que vuelvo a llamar y ahí contestas con esa voz dulce, y con esa impronta fuerte que tienes tanto que me ahoga a cada segundo, escucharte me hace estremecer y no veo la hora de que estés aquí a mi lado, la impaciencia me mata. Solo pregunto ¿Sí quieres volver?,¿Sí me extrañas?, ¿Sí aun me amas?. Pero tú solo me escuchas, no respondes. Y al cabo de un buen rato me cortas.
Sigo siendo esa masoquista que espera, tus caricias, tus palabras a mi oído, las peleas que solíamos tener por nuestras estupideces y lo mas preciado que aun espero son aquellos besos de cada mañana o de cada noche
Busco en algún rincón de lo que fue en algún momento tu casa, nuestra casa algo que ya no te recuerde, pero es en vano cada centímetro cuadrado, me recuerda tu rostro, tu aroma, el contacto de nuestros cuerpos por cada rincón de la maldita habitación.
Todavía conservo la ropa en el armario que dejaste, tú cepillo de diente, hasta tú colonia y desodorante. Quizá te parezca una locura pero no los he tirado.
Cada noche, siento tu presencia en mi cama, una leve caricia en mi rostro o un simple beso que me da el aire de la ventana que dejo entre abierta. Pero cuando abro los ojos ahí estoy sola de nuevo con el costado izquierdo de mi cama, intacto sin una arruga, frío, tieso como si nunca hubieras ocupado ese lugar en mi cama o en mi vida
Me desespera la idea de no saber nada de tí, que me hayas dejado así del día a la noche, me pregunto ¿Por qué?, que mal cometí en mi vida para que el hombre que amo, me abandone de esa manera.
Me enfado contigo por abandonarme cuando me prometiste amor eterno, de que eternidad estamos hablando si te olvidaste de todo lo prometido el día que cruzaste esa puerta, sin despedirte si quiera.
Me despierto todas las mañanas con tu perfume en mi nariz, con las conversaciones que manteníamos cuando llegabas de trabajar, de las noches de pasión y de amor que solo vos sabias darme.
Como puedo decirte adiós si todavía te siento en mí, con cada foto, cada carta, cada poema regalado por cada pelea que hemos tenido.
Me dicen que debo continuar con mi vida, que debo conocer gente nueva, me piden que tenga un nuevo amor, pero como tenerlo si todavía estas en mi corazón.
Me reuso a olvidarte, a sentirte, a llorarte.
Cada lágrima que derramo es un sentimiento que aflora en mí, un recuerdo, una anécdota vividas entre nosotros.
Como decirte adiós, si veo en tus hijos el rastro que has dejado
En él tus gestos y modales, en ella la sonrisa, la mirada y la incredulidad que te caracterizaba.
Pasaron 6 años, pero aun te veo vivo en tus, hijos y en el amor que nos tuvimos.
Por eso siempre me pregunto cada noche que me recuesto en la cama que antes era nuestra, como decirte adiós

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